Me provoca risa escribir este post, a estas alturas, después de 2 hijos y habiendo defendido a capa y espada el Baby Led Weaning (BLW). Pero no podía faltar en el repertorio. Si ya has leído mis otros posts sobre los inconvenientes del colecho o el porteo, sabrás que soy defensora de estas prácticas. Pero eso no quiere decir que haya que obviar ciertos problemas que surgen a menudo. Si además de sentirte identificada te ríes un rato, fenomenal. ¡Vamos a por ello!

1. Sí, se atragantan.

No digo que se ahoguen y se asfixien y haya que salir pitando a urgencias, pero ciertamente, durante los primeros meses del BLW los bebes se atragantan de vez en cuando. Las primeras semanas de introducción de alimentos sólidos, sentía tanto agobio al ver a mis hijos intentando gestionarlos, que le pedía a mi pareja que se sentara con ellos y yo iba a comer a otro lugar dentro de casa. Yo conocía muy bien la teoría, había leído un par de libros al respecto (este sobre todo) y sabía (o quería creer) que ellos podían gestionarlo perfectamente. Pero eso no quita que en mi cara se reflejara el pánico cuando se atascaban, cosa que no daba mucha seguridad al pequeño.

¿Solución? Confianza, paciencia, y hacer algún curso de primeros auxilios (la Cruz Roja ofrece unos bastante útiles, también online). Por suerte, pasadas las primeras semanas la situación mejora, aunque es importante recordar la importancia de que un adulto siempre esté presente mientras los niñxs comen.

2. Prepárate para limpiar

No soy especialmente escrupulosa con la limpieza, en casa limpiamos más bien poco: lo justo y necesario. Pero la etapa BLW y los meses siguientes, son una verdadera locura. A tu bebé le da igual si es brócoli o lentejas, para él es extraordinario y fascinante apretarlo con las manos, y cuando aprenden a lanzar, catapultarlos lo más lejos posible. Por supuesto, otro uso muy beneficioso es restregarse la comida por el pelo y la cara, especialmente si le acabas de dar un baño (tip extra: bañar siempre después de comer).

Con mi primer hijo y mi inexperiencia, tardé semanas en empezar a entender cómo facilitarme la vida. Escribí un post recomendando cosas que me ayudaron bastante. Con el segundo, acabamos haciendo un híbrido entre BLW y comida más líquida o aplastada que le daba yo. También pusimos límites al grado de experimentación que podía hacer, y alejamos la trona de las paredes lo máximo posible. Aún así, no salimos ilesos. ¡Prepárate para limpiar!

3. La suegra, la abuela y Pili la del quinto

Como ya habrás descubierto a estas alturas, al hacerse madre, una es diana y objetivo de comentarios constantes sobre lo que hace o lo que deja de hacer. En cualquier caso, hagas lo que hagas, lo estarás haciendo mal. Y en este ámbito no iba a ser menos. Tu suegra te dirá que tu hijo así pasa hambre, que no se alimenta bien. Tu madre que estás jugando con la salud de tu hijo y que antes o después, se asfixiará y será todo culpa tuya. Pili la del quinto de contará la historia terrorífica de un niño que murió atragantado comiendo cacahuetes mientras corría en el parque. Poco les valdrán tus razonamientos o explicaciones (si es que te las piden, que no suele suceder) y mucho menos querrán oír los beneficios que tiene esta práctica.

Cuando pasados unos meses tu hijo sigue vivo, cogiendo peso, y encima, te deja comer tranquila mientras él solo se lleva cucharadas de comida a la boca sin ayuda de nadie, alucinarán y dirán que qué espabilado es, que son increíbles las cosas que ´´los niños de hoy en día´´ saben hacer. No tendrá nada que ver contigo. Casualidades de la vida.

4. Ir a restaurantes. Atrévete.

Un día te conviertes en madre y lo de ir a restaurantes es, cuanto menos, poco relajante. Cuando tu bebé todavía no gatea ni camina, todavía es posible hacer estos planes tan extravagantes. Luego, la cosa se complica. Y si encima, traes trozos de coliflor en un tarro de cristal y le dejas a tu bebé que intente comer a la par que tú engulles lo que te traen antes de que se arme el caos, tienes fiesta asegurada.

Aquí pueden pasar dos cosas: algunas personas te mirarán horrorizadas, pensando cosas como las que comentamos en el punto anterior y tachándote de madre incapaz de imponer disciplina. Otras, sonríen a tu bebé desdentado mientras se le caen migas y trozos de comida sin masticar por las comisuras. Hay algunos camareros muy comprensivos, otros no tanto. Yo siempre llevaba mi kit de limpieza y nos asegurábamos de limpiar el suelo y la trona con toallitas antes de irnos. Hoy, preferimos evitar ir a restaurantes, a no ser que sepamos con certeza que tardan poco en servir y que hay una zona interior o exterior para que jueguen. Si no, preferimos hacer un picnic o quedarnos en casa. Ante todo, ¡tengamos la fiesta en paz!

baby led weaning

5. ¿Comer de todo? ¡Ja!

Todavía recuerdo aquellos preciados momentos en los que mis hijos (ambos) tocaban toda la comida que había en el plato con alegría y atracción. Daba igual que fuera repollo, una pata de gallina o barro: todo a la boca con la mayor de las alegrías. Ingenua yo pensando que, al ser tan respetuosa con lo que comían, cuánto comían y cuándo comían traería sus frutos y haría que a mis hijos les fascinara la comida saludable.

Llevo un momento en el que ambos (sí, los dos otra vez), dejaron de comer cualquier cosa que tuviera una textura rara, un color más allá de la escala de marrones o una forma sospechosa. Sucedió alrededor de los dos años, y aunque ahora, cerca de los 5 años, ha mejorado infimamente la situación, es agotador. Es desesperante que no quieran comer verduras en su forma original, ni nada que sea desconocido o exótico. Sé que esto no le sucede a todos los peques, pero bastantes de mis amigas madres tienen este mismo problema habiendo seguido el BLW de libro. Conclusión: practicarlo no te asegura que tu hijo coma de todo, al menos no siempre.

6. Mamá: ayúdame

Mis hijos comían solos y se enfadan muchísimo si se me ocurría intentar ayudarles. Especialmente el primero. Con el segundo, como he dicho más arriba, sí que fomentamos más nuestra colaboración, sobre todo con alimentos más líquidos como porridge, sopa o puré. Cuando empezaron a dejar de comer ciertas cosas (especialmente puré, que nos encanta comerlo en casa) ofrecía mi ayuda para agilizar el proceso y fomentar que se lo tomaran. Pues bien, a día de hoy, ambos me piden ayuda cuando hay puré. Así que me encuentro dando cucharadas a un niño de 2 y medio y a otro de casi 5. A veces hasta haciendo el avioncito. Quién me ha visto y quién me ve.

7. Hagas lo que hagas, mal hecho estará

Esta frase tan sabia, me la dijo un día mi madre con la intención de hacerme ver que, al final, da igual lo que hagamos las madres, siempre habrá alguien (como a ella) a quien le parecerá mal. Y más que deprimirme, me quitó un gran peso de encima. Haz lo que sientas, haz lo que mejor te parezca, haz lo que creas más conveniente para tu bebé, pero para ti también. Hoy pienso que, si tenemos otro bebé en el futuro, es muy probable que ponga como prioridad mi bienestar y tranquilidad aún más, a pesar de que esto suponga menor experimentación y más intervención del adulto. Una cosa está clara: cuando las madres nos sentimos en paz, nuestros bebés conectan con eso.

¿Y tú, hiciste BLW? ¿Qué cosas compartirías con nosotras?