Hoy no es un día cualquiera. Y tampoco es un post cualquiera. No hay fotos, ni negritas. Os escribo desde el corazón y sin más intención que desahogarme, hacer algo que tenía pendiente, curar mis heridas. Hace un año, a estas horas estaba tumbada y conectada a un monitor que iba registrando los latidos de mi bebé y las contracciones. Llevábamos varias horas de bolsa rota y nos estaban monitorizando.
Habíamos roto aguas ese mismo día de madrugada y decidimos esperar a ver si el parto se desencadenaba solo. Las aguas estaban limpias, así que no había tanta urgencia. Tenía contracciones bastante intensas y regulares. El protocolo en el Hospital Rey Juan Carlos es esperar 12 horas después de la rotura de membranas, aunque en otros hospitales españoles es mucho menos, pero en Europa dan más margen (48 horas en Inglaterra, por ejemplo). Nosotros nos dimos más margen porque queríamos evitar una inducción.
Ingresamos en el hospital sobre las 18 horas, y estuvimos en monitores hasta pasadas las 11 de la noche. Ya me habían hecho un tacto para comprobar la dilatación (0 cm) y se habían cerciorado de que no había sangrado ni meconio. Y ahí estuvimos, las horas muertas, enchufados a esa máquina, perdiendo la oportunidad de movernos para hacer que el parto se produjera. Llamamos varias veces a las enfermeras para ver qué pasaba, pero había poco personal y mucha parturienta (había, literalmente, chicas en el pasillo esperando entrar al paritorio).
Algo antes de las 12 nos subieron a planta. Por fin había quedado una habitación libre. Me dijeron que esperaban que por la mañana la dilatación fuera mayor y el parto ya hubiera empezado por si solo. Mis contracciones seguían, hasta el punto de que por la noche me despertaba cada poco tiempo cada vez que tenía una. Entre eso y los nervios, casi no pegué ojo. Por suerte, la enfermera de turno era un verdadero encanto y nos tranquilizó y nos atendió con mucho cariño.
A las 7 de la mañana nos bajaron para otro tacto, y mi sorpresa fue cuando me dijeron que no había dilatado nada en toda la noche. Yo no me lo podía creer, las contracciones eran soportables pero muy intensas y no habían parado. Así que ahí empezó la pesadilla. Primero me pidieron las pruebas del Estreptococo, que no tenía. Así que desde ese minuto empezaron a hablar de la necesidad de poner antibiótico (no es obligatorio ni recomendable en ciertos casos) y otros protocolos. Me negué y me pusieron muy mala cara.
Después me confirmaron mis sospechas: iban a inducir con oxitocina porque ya habían pasado 12 horas de cortesía. Así que mi sueño de parto natural, sin vía, en el agua si era posible y en movimiento se acabó aquí. Fuimos a paritorio y yo me puse a llorar como me pondría ahora mismo al recordarlo. La matrona que me atendió en este momento me dio ánimos y fue muy respetuosa. Me colocó la vía de forma que no la viera mucho (en el antebrazo, tapada con esparadrapo), porque tengo fobia a las agujas. Le pedí que me animara a no hacer uso de la epidural más adelante, mi intención era dar a luz sin ella.
Y así fueron pasando las horas, yo enganchada a los cables, intentando no mirarlos, bailando con la música, concentrada en mi cuerpo…Al cabo de un rato la misma matrona me pidió permiso para subir la oxitocina, y no me importaba, las contracciones eran mucho más suaves así que de forma natural. Así que fue aumentando y las contracciones cada vez dolían más. Pero no me importaba, porque pensaba que cada una me acercaba más a mi bebé. Dentro de las limitaciones de tener un cuentagotas y un pie metálico unido a tu piel, me movía, me ponía de cuclillas, encima de la cama…Pedí la pelota de pilates y también la silla de partos, y así se iba haciendo más llevadero.
No gritaba, no decía nada, solo estaba respirando conmigo misma, mientras pensaba en la siguiente contracción e intentaba descansar entre ellas. Mi pareja estaba al margen, en ese momento el dolor me hacía querer estar sola, aunque poco a poco me iban fallando las piernas y sentía mucho dolor de espalda. Le pedí ayuda para sujetarme por detrás, la mejor forma de pasar el dolor era de cuclillas pero las piernas ya no aguantaban el peso.
La misma matrona me hizo otro tacto, me dijo que había dilatado algo más y me pidió permiso para romper una parte de la bolsa que había quedado en el cuello del útero y que probablemente estaba haciendo que todo fuera más despacio. Así lo hizo.
De vez en cuando entraba para pedirme que me tumbara (muy respetuosamente) en la camilla. Se estaban perdiendo las señales del monitor inalámbrico y no había suficiente personal para comprobar si era sufrimiento fetal o fallo del aparato. Esto fue de las cosas más molestas de mi parto y que peor recuerdo. El monitor se desconectaba cuando venían las contracciones y me movía, así que tenía que estar casi inmóvil en un momento asi para que no se fuera la señal. Era absurdo y totalmente contraproducente. Por si fuera poco, el sonido estaba activado y yo lo escuchaba pitar cada vez que había algo raro. Así que os podéis imaginar que no estaba muy tranquila y relajada en esta situación, con lo importante que es eso para dilatar.
A partir de este momento entró en acción la matrona maltratadora, y toda mi ilusión y la poca fuerza que me quedaba fue cayendo en picado. Podéis leer más detalles de ella y su maltrato aquí. Básicamente, la cosa no avanzaba, la dilatación no era adecuada (con resoplido incluido), el bebé sufría y yo no debía moverme más. Me inmovilizaron en la cama, me hicieron tactos sin esperar a que pasaran las contracciones y me metieron miedo. Así que todo se estancó, el sufrimiento fetal iba en aumento a la par que mi dolor tumbada en la camilla, y yo, sin ser personal médico, pensando cómo nadie se daba cuenta de que esto no era normal y de que la única forma de mejorarlo era dejándome moverme y cambiando el maldito cinturón que no funcionaba. Finalmente, optaron por monitorizar al bebé de forma interna, poniendo un catéter en su cabeza. De nuevo, pánico y tristeza.
Pero parir en un hospital tiene sus pros (seguridad en caso de emergencia) y sus contras (todo lo demás), y esto era uno de los inconvenientes. Así que a las 10 de la noche, 12 horas después de la inducción, pedí a la matrona inicial que me pusieran la epidural, porque era eso o desmayarme tumbada con oxitocina en vena. Tardaron muy poco en gestionarlo, firmé el papel sin leerlo, me senté como pude, me tragué mi miedo (la epidural puede complicar mucho un parto) y me dispuse a soltar y que pasara lo que tuviera que pasar.
Llegados a ese punto ya solo pensaba en que si mi bebé estaba sufriendo, lo mejor sería sacarlo cuanto antes. Las ginecólogas que me habían metido miedo con el antibiótico vinieron a hablarme de la prueba del PH en sangre de mi bebé, para saber si había o no riesgo y saber si se podía esperar más. Un Ph 7,24 indica sufrimiento fetal moderado; grave es igual o por debajo de 7,21.Hicieron la prueba y por suerte, el PH era el correcto y se me daba algo más de margen. Intenté relajarme, pero no dejaba de temblar, era algo incontrolable y tiempo después supe que es un efecto secundario de la epidural. Acabaron poniéndome oxigeno, y yo vomitando e intentando ver una serie en el Ipad para dejar de temblar (pensaba que era por miedo).
Después de tantas horas, pude agarrar la mano de mi pareja, pudimos hablar, me empecé a relajar. A las dos horas le dije que sentía ganas de empujar, aunque me parecía extraño porque hasta entonces no había dilatado más de 4 cm. La siguiente matrona de turno me confirmó que ya estaba de 9 cm y que quedaba poco. Se marchó y al poco rato pedí a mi pareja que la volviera a llamar, las ganas de empujar podían conmigo.
Yo seguía tumbada boca arriba, y a pesar de que lo pedí, no se me permitió incorporarme un poco. La matrona que me atendía era bastante joven, y no sabía explicar bien las cosas, Me decía que en cada contracción (yo las sentía) empujara y soltara. Y menos mal que no le hice caso. A los dos intentos empezó a poner cara rara y decir que la cosa no iba muy bien, que el bebé volvía a meterse hacia dentro. En ese momento, por suerte, me escuché; y en vez de empujar y soltar, empujé y mantuve la fuerza, básicamente como cuando vamos al baño.
Ella no esperaba que fuera a ir todo tan rápido y llamó corriendo a las compañeras para que nos asistieran. En 5 o 6 empujones Ollie nació, yo sabía parir, no hacía falta que ella lo dirijiera. Mi pareja miraba, ayudaba, e incluso hizo un par de fotos cuando la cabeza ya estaba fuera. Pusieron a Ollie sobre mi pecho, que tenía los ojos cerrados e intentaba respirar. Yo lloré al sentirlo, húmedo y resbaladizo. Por primera vez en mi vida las lágrimas salían con fuerza de felicidad..
Por razones que aún desconozco lo llevaron a la cuna de rehabilitación y cortaron el cordón inmediatamente (en mi plan de parto pedía explicitamente que se esperara a que dejara de latir). En unos segundos Ollie estaba llorando, le pusieron un gorro y me lo devolvieron. Lo puse en mi pecho y así estuvimos dos días seguidos, piel con piel. Tenía un olor dulzón y los ojos gigantes, muy abiertos. Era la cosa más bonita que había visto nunca.
Las matronas que nos atendieron posteriormente, aunque eran de lo más agradable, no me ayudaron con la lactancia de la forma que yo esperaba. Me habría encatado que Ollie trepara hasta mi pecho, pero en ese momento yo no conocía esa posibilidad. Una de ellas básicamente cogío mi pecho y lo introdujo en la boca de Ollie, que no parecía nada interesado en ese momento (hacía menos de 30 minutos que había nacido). Tampoco me habló de la posición biológica. Y es una lástima.
Ollie nació a la 01:49 de la mañana y debimos ir a dormir sobre las 4. Estábamos todos cansados y con muchas horas de sueño que recuperar. Y así seguimos, un año después, cansados y con el saldo de sueño en negativo.
¿Y un año después, qué pienso de todo esto?
Pienso que todo fue como tenía que ser, que mi parto me enseñó mucho a confiar más en mi y tener todavía más claro que el siguiente será en casa. Si volviera atrás y sabiendo lo que sé hoy, antes de ir al hospital habría probado a beber mi propio líquido amniótico como inducción natural, así como el aceite de ricino e incluso la maniobra de Hamilton. Habría caminado más y habría esperado más horas a que se iniciara el parto espontáneamente. Si el miedo o la preocupación me hubiera invidado, me habría negado a la inducción rutinaria y habría pedido manejo espectante (esperar a que se desencadene naturalmente con controles intermitentes).
Pero el caso es que no podemos cambiar el pasado, y de todo se aprende en esta vida. Si has pasado por algo parecido o estás cerca de dar a luz, te mando todo mi ánimo: tú puedes con esto y más.
Yo tambien di a luz en el Hospital Rey Juan Carlos y me experiencia fue malisima. Llegue un miercoles con rotura de bolsa, decidi un manejo espectante xq me lo recomendaron y di a luz un viernes x la tarde. Estuve toda la noche del jueves y la mñn del viernes en paritorio con fiebre, estuvieron horas sin venir nadie a atendernos, dilate hasta el 7 y ahi se estanco todo. Tuve q suplicar q me hicieran cesarea xq estaba agotada y al final la hicieron. La sorpresa fue cuando me abrieron y vieron q estaba la bolsa negra de meconio del niño, menos mal q estaba mi pareja dentro de quirofano sino ni me entero. La pediatra se tuvo que llevar al niño y vigilarlo en la unidad de neonatos, esta persona fue la unica q se preocupo por el niño y por mi.
Hola Carmen,
Cuánto siento que tu experiencia también fuera mala. Creo que tiene mucho que ver con la gestión del hospital, la falta de personal y la saturación de las instalaciones. Me alegro mucho de que al final saliera todo bien. Te mando mucho ánimo y deseo que puedas olvidarte de lo ocurrido pronto. Yo todavía sigo pensando en ello!
Un abrazo
Hola, soy Alberto, el padre de Chloe.
Nuestra bebé falleció, el 16 de Mayo del año 2016, en el transcurso del parto en el Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles.
Al ingreso en el centro hospitalario, nuestra hija se encontraba en situación de bienestar fetal, patente en multitud de datos obrantes en la historia clínica.
Les explico que el embarazo de nuestra bebé era de Alto Riesgo y que llegó a termino satisfactoriamente, con un extremo cuidado, por parte de mi mujer. El parto al tratarse de un embarazo de Alto Riesgo, no fue atendido de una forma adecuada.
Es inconcebible que nuestra bebé sana, falleciera por la falta de inacción de un grupo de profesionales sanitarios inexpertos, con muy poca pericia y con falta de profesionalidad.
Tras la administración de la anestesia epidural, la dilatación no avanzaba, a mi mujer la tumbaron en la cama perdiendo la oportunidad de que se moviera para hacer que el parto avanzara, la alarma del registro físico de monitorización fetal no cesaba de alertar que algo podía suceder ( optaron por bajar el volumen y perdimos el contacto con Chloe), tras la rotura de la bolsa de liquido amniótico se aprecio que estaba tenido de meconio +++ espeso e intenso, pero todo ello no conllevo la finalización inmediata del parto, para realizar una cesárea con carácter urgente.
No quisieron detener el parto y actuaron de una forma negligente con resultado de muerte, y con lesiones físicas a mi mujer, tras la cesárea emergente, a la que se vieron obligados de hacer.
Se requería una cesárea HUMANIZADA y SIN RIESGOS graves para la madre y para el bebé. Nuestra experiencia fue atroz, inimaginable y dolorosa para el resto de nuestras vidas.
Hola Alberto,
Siento de todo corazón la situación tan dolorosa que habéis tenido que pasar. Me pone los pelos de punta leerte. Nunca sabré cómo os sentís, no podré ponerme en vuestro lugar, pero me imagino que el dolor que sentís es inmesurable. Espero que todo se esclarezca y que, por lo menos, se haga justicia. Si hay algo que pueda hacer para ayudaros, no dudes en hacérmelo saber.
Os mando un grandísimo abrazo a ti y a la madre de Chloe
El nacimiento de mi bebé, la peor experiencia de mi vida gracias al personal sanitario.
El día 22 de Noviembre de 2022 tuve a mi bebé por cesárea en el Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles. Elegimos este hospital, porque teníamos muy buenas referencias de él y se vendía como que los trabajadores estaban muy formados en el tema de la lactancia materna y era todo muy respetuoso.
Por un lado, la cicatriz de la cesárea que me hicieron quedó super antiestética. La hicieron con poco “cariño”, ya que está totalmente en diagonal. Habiendo un diferencia de altura de un extremo a otro de casi 2cm…
Por otro lado, los días de hospitalización fueron horrorosos (del parto no puedo hablar porque tuvieron que ponerme anestesia general). El único trato bueno recibido fue de las personas que estaban allí de prácticas.
Tras nacer el bebé, como yo tenía que despertarme de la anestesia, se quedó mi pareja con él para hacer el piel con piel en una sala. Y cuando me desperté me subieron a la sala de reanimación durante 3 horas a la espera de que quedara una habitación libre en urgencias (3 horas que estuve separada de ellos sin saber cuándo iba a poder ver al bebé). Creo que esto podría mejorar de alguna manera porque fue un poco angustioso.
Durante estas 3 horas en la sala de reanimación, tenía unos dolores horrorosos en la cicatriz que no se me estaban quitando ni con el Paracetamol ni con el Ibuprofeno que me estaban dando vía intravenosa. Por lo que una enfermera me dió un medicamento (que hasta hoy desconozco cuál era) por la vía directamente cuando me dolía.
Cuando nos llevaron a la habitación, siguieron dándome Ibuprofeno y Paracetamol vía intravenosa, y cuando preguntaba por la medicación que me habían dado en reanimación para quitarme realmente el dolor nadie sabía nada. Por lo que los dolores siguieron día tras día.
El primer día me pusieron medicación en la vía, y cuando se fue la enfermera empezó a sangrarme. Llamamos varias veces para que me la miraran y nunca nadie vino a arreglarla. Por lo que cuando vinieron ya estaba seca y taponada, y tuvieron que ponerme una nueva.
Tenía pautado por el médico Paracetamol e Ibuprofeno alternado cada 4 horas, y no llevaban ningún control del tiempo ni de la medicación que me tocaba. Teníamos que avisar nosotros cuando ya me dolía (que a lo mejor habían pasado 6-8 horas) y nos preguntaban que qué me había tomado antes… Un descontrol.
Desde el primer día de ingreso me vinieron migrañas (que no he tenido nunca, y entiendo que fue por la anestesia), hasta el punto de llorar del dolor que tenía. Por lo que la ginecóloga me pautó Tramadol para que me lo tomara cuando me vinieran (que en 4 días de ingreso me lo tomé 2 veces), porque no se me iban con la medicación de Ibuprofeno y Paracetamol que me estaba tomando. Y una enfermera me bajó las persianas para que no me molestara la luz.
Al rato apareció una enfermera rubia, bastante borde, y empezó a poner el grito en el cielo porque al niño le tenía que dar la luz. Y empezaron a discutir en la habitación, porque la enfermera que bajó las persianas le decía que la preferencia la tenía la madre… Un show…
Estuvimos todo el primer día solicitando que alguien nos enseñara a darle el pecho al bebé porque no lo cogía, y hasta las 19h (el bebé nació a las 7 de la mañana) no vino nadie para ello. A esta hora apareció un celador con una silla de ruedas para bajarme a la planta de abajo a que una matrona me enseñara a darle el pecho al bebé. A lo que le contesté que con la cesárea no podía moverme de la cama. Y me bajó a la planta de abajo en la cama recorriendo los pasillos con el bebé en brazos y mi pareja caminando al lado. Allí nos dejaron esperando en una sala que hacía un frío horrible, y al buen rato aparece la matrona y nos indica que como el bebé está dormido, que esperemos a que se despierte para enseñarme. A lo que le contesté que podía tirarse durmiendo 2-3 horas, que llevaba desde las 7 de la mañana sin comer, y que en la sala en la que llevábamos como 1 hora esperando hacía un frío horrible. Que si no podíamos volver a la habitación, y avisar cuando se despertara el bebé. A lo que dijo que sí. Por lo que sobre las 21 horas, cuando el bebé se despertó un poco, volvimos a bajar con la cama a la planta abajo para que me enseñara la matrona cómo darle el pecho (que casi no comió nada porque estaba adormilado), y nos indicó que no había que despertarle para darle de comer. Que si a las 4 horas no se había despertado lo hiciéramos. Todavía sigo sin entender que nos tuvieran todo el día esperando a que nos viera la matrona, cuando el hospital se vende como que todo su personal está formado en lactancia materna. Entiendo que las matronas estén hasta arriba por falta de personal, pero si tan importante era que nos lo enseñara una de ellas, creo que hubiera sido más fácil que hubiera subido a explicárnoslo a la habitación cuando tuvieran un hueco libre. En vez de hacernos bajar a todos con la cama a la planta de abajo.
A las 00 de la mañana intentamos despertar al bebé para que comiera (porque ya habían pasado 4 horas desde que bajamos a ver a la matrona y no se había despertado), y no había manera de despertarle. Después de media hora intentándolo de todas las maneras posibles llamamos a los enfermeros y pusieron el grito en el cielo porque no podía llevar tanto sin comer el bebé, y lo de las 4 horas que nos habían indicado eran demasiado. Por lo que los chicos se pusieron a intentar despertarle y tampoco había manera. Al buen rato lo consiguieron y le dieron leche de fórmula con una jeringuilla por la boca. Y volvieron cada 2 horas a repetir la jugada. Le hicieron la prueba de la hipoglucemia varias veces, y llegó a 29mg/dl (casi el coma)… otro despropósito… Pero tras 3 tomas que le dieron consiguieron estabilizarle.
El último día de estancia en el hospital me vinieron nuevamente las migrañas y solicité el Tramadol que me estaba tomando para ello, y esta “enfermera rubia” me indicó que no me lo podía dar porque no lo tenía pautado (cosa que hizo el primer día la ginecóloga), por lo que me trajo un Ibuprofeno (que no me hacía nada). Al rato vino la ginecóloga para ver cómo estaba para darme el alta, y le indiqué que la parte izquierda de la cesárea me dolía bastante y cuando me ponía de pie, al rato, me venía un dolor intenso y me ardía, y me tenía que sentar. Y el indiqué lo del Tramadol y las migrañas. Tras esto, me indicó que me iba a mandar el alta, y que me iba a pautar el Tramadol para que me lo tomara si en 1 hora de haberme tomado el Ibuprofeno que me había tomado anteriormente no se me iban las migrañas.
Tras pasar esta hora, volví a solicitar llorando el Tramadol, y esta “enfermera rubia” me dijo que la ginecóloga ya me había pautado el alta y que no me lo podían dar. Que se lo pidiera a mi médico de cabecera cuando saliera del hospital… un despropósito… Contando además que los médicos en esos días estaban en huelga…
Intenté ponerme de pie para vestirme e irme con las migrañas y el dolor en la cicatriz, y tuve que sentarme llorando porque no me podía mover del dolor. Tras esto, apareció nuevamente la “enfermera rubia” e intentó convencerme de que lo que me pasaba era por el estrés del parto… otro sin sentido… Le indiqué que lo único que quería era irme a mi casa, y que para ello tenía que llegar al coche, y no me podía mover. Que si me podían dar una silla de ruedas para llegar al coche. A lo que esta “enfermera rubia” me contestó que no, que la silla de ruedas la tenía el celador… otro sin sentido… Después de llevar varias horas esperando a que se me fuera el dolor, vino nuevamente la ginecóloga a hacerme una ecografía. Y tras no ver nada, indicó nuevamente que me dieran el Tramadol. Ya fue por la tarde cuando me lo trajeron, y me fui sin silla de ruedas y con el dolor de la cicatriz que me impedía andar con porque me ardía.
Tras volver a casa miré los informes, y en ninguno de ellos aparecía la medicación que me habían estado dando. Ni aquella medicación misteriosa que me dieron el primer día en reanimación.
En fin, espero que este testamento le sirva a alguien para no ir a dar a luz a este hospital. Porque posteriormente a mi visita, he conocido a otras personas que han tenido una situación similar con el tema de la lactancia materna.
Cuánto siento que hayas tenido que pasar por esto. Espero que podáis recuperaros pronto y que poco a poco sanes la herida. Un abrazo